Guadalupe tenía 24 años cuando comenzó a buscar un tratamiento para tener hijos; sin embargo, al inicio de su camino, se encontró con una clínica de fertilidad donde un ginecólogo le dijo que jamás sería madre.
Ella te cuenta aquí cómo vivió su proceso completo, sobre el tratamiento de Reproducción Asistida que le ayudó a tener a su bebé, y el papel importantísimo que jugó el control de su mente y sus emociones para lograrlo, con la guía adecuada.
“Me casé a los 24 años y prácticamente de inmediato nos dejamos de cuidar, pero por más que lo intentamos no pegaba. Cuando nos dimos cuenta de esto decidimos ir a una clínica de fertilidad en Querétaro, en la que nos recomendaron hacer un tratamiento de Fecundación In Vitro, pero al estar ahí resultó que había un problema en uno de los cromosomas, o eso nos dijeron.
El doctor de esa clínica nos dijo: ‘Deseamos de todo corazón que no se divorcien, pero ustedes no van a poder tener familia nunca’. Dios, ese día fue un duelo terrible, escuchar algo como eso cuando estás intentando tanto te desmoraliza completamente.
Después de eso no sabíamos qué hacer, platicamos de nuestra situación con un par de amigos cercanos y dos personas nos hablaron del Instituto, en ese momento pensamos que ya no teníamos nada que perder, no luego de que nos habían dado ese diagnóstico horrible, así que decidimos ir a la consulta.
Una vez aquí, hablamos con mi doctora de todo lo que habíamos hecho antes para intentar tener un bebé, de la clínica de fertilidad a la que fuimos; y después pasamos a que nos hicieran estudios, ella dijo que debían revisar a fondo la salud reproductiva de ambos.
El diagnóstico fue que mi cuerpo se resistía al tratamiento. Ella nos preguntó: ‘¿Cuántos hijos quieren tener?’, no dijo que no podríamos, ni siquiera que sería difícil, se enfocó mucho en preguntarnos cómo imaginábamos que sería cuando nos transformáramos en papás, ella nos dio esperanza.
Cuando estás buscando ser mamá con todas tus fuerzas, y pasa algo que te lo impide, una piensa que su caso es único; pero aquí en el camino te vas dando cuenta de que hay muchísimas historias, que es un mundo entero de personas como tú que les está costando tener un bebé, eso te ayuda.
Iniciamos con el primer ciclo de nuestro tratamiento In Vitro: con las inyecciones, la estimulación ovárica y la punción. Después de la transferencia yo pensaba que estaba embarazada… y no.
Otra vez el duelo, me sentía tan culpable, como si yo fuera la razón por la que no podíamos, como si yo no funcionara.
Regresamos después para el siguiente ciclo, pero yo sentía algo, algo que no me dejaba avanzar. Tantas cosas pasan por tu mente cuando pasas por los negativos, todo te pasa.
Hice un esfuerzo gigante por tratar de controlar mi mente, por sumar eso a mi tratamiento para tener hijos, traté de dejar fluir las cosas y hacer absolutamente todo lo que pudiera; cambié mi alimentación, me puse a hacer ejercicio, empecé con la aromaterapia, hice Reiki... Todo lo que pudiera ayudarme lo hice. En esa segunda oportunidad me esforcé por relajarme.
Cuando me dijeron: ‘'¡Felicidades, estás embarazada!’ No pude ni hablar. A los 6 meses de que recibí la noticia tenía mi pancita, era tan hermosa, tantas veces soñé con verme así. ¡Fui tan feliz!
Israel nació el 3 de diciembre de 2018, lloró, le di un beso y se lo llevaron poco después para hacerle todo. En ese instante le grité a mi esposo que estaba ahí: ‘¡Corretéalo! Tu chamba desde este segundo es ir tras mi niño, estar con él hasta que me lo entreguen, y ay de ti si le pasa algo’.
Estuvo 48 horas en la incubadora, pero salió sin problema alguno, después me lo entregó y desde ese momento estuvimos unidos para siempre.
¿Qué puedo decir de todo esto ahora que lo veo hacia atrás? Tuve que trabajar en mí y tú también debes hacerlo si estás en este camino, a veces es importante dejar que las cosas fluyan, dejar que todo salga, no contenerte, no reprimirte, llorar todo lo que tengas que llorar, agarrarte de lo que sea que te haga feliz y seguir, seguir hasta el final.
Tú eres la que lo está sintiendo, eres tú, y yo sé que cada quien lo vive de manera distinta, pero no debes perder de vista que es en ti donde ocurrirá todo, en tu vientre, así que eres tú la que debe estar bien primero.
Medita, corre, dibuja, ponte a bailar, sal con tus amigas, llora con ellas, cuéntalo a tu mamá, cuéntale que estás en un tratamiento para tener hijos, díselo a quien sea necesario, has lo que sea que tengas que hacer para estar bien tú, haz cualquier cosa que te libere, que te de un respiro, ¡y a darle!
Él vino a cambiarme la vida y no es para nada como lo imagine, es que simplemente no tienes con qué comparar este amor, y no lo sabes, no lo sientes hasta que lo ves, cuando te dice mamá...
¡Mi niño es un milagro viviente! Y, primeramente Dios, vamos a regresar aquí para hacer un nuevo tratamiento de Fecundación In Vitro porque queremos darle un hermanito. Cuando me lo entregaron, él de inmediato se pegó a mí, como si me reconociera de inmediato, estuvimos juntos desde siempre, unidos desde el inicio".
El cuidado y la salud emocional es tan importante como cualquier cuestión médica a tratarse durante un tratamiento de Reproducción Asistida.
El estrés generado al atravesar un tratamiento para tener hijos puede afectar de forma severa, y de acuerdo con la Organización Panamericana de la Salud, la cuestión psicoemocional debe ser vigilada en aquellas mujeres que están buscando un bebé, y no hacerlo puede tener consecuencias graves, incluso logrando un embarazo, como un aborto espontáneo o que tu bebé presente bajo peso al nacer.
Si tienes menos de 35 años y llevas seis meses o más intentando tener un bebé y no se ha logrado, un tratamiento multiciclo personalizado de Fertilización In Vitro, en conjunto con tu atención a nivel psicoemocional, puede ayudarte.
Acércate a Ingenes y cuéntanos cómo ha sido tu camino hasta ahora, para que diseñemos el tratamiento integral que te dará las mayores probabilidades de transformarte en mamá.
"Encontré una orientación efectiva y logramos tener a nuestro bebé en casa."
Ingenes Monterrey